Norwich fue la última ciudad que visité de Reino Unido antes de despedirme de la vida en ese precioso país. Recuerdo que era febrero y que hacia muchísimo frío, tenía miedo de que las bajas temperaturas pudieran conmigo, porque mis guantes no me permitían hacer fotos con ellos puestos. Pero valió la pena, a pesar todo, hice bastantes fotos.
Además, una de las anécdotas, es que mientras estábamos decidiendo cual sería la última visita inglesa, uno de los españoles a los que les vendimos cosas de la casa acababa de venir de allí y nos la recomendó. Creo que fue al que le vendimos el microondas. Nunca en mi vida había vendido tantas cosas.
Volviendo al tema de Norwich. Esta ciudad se encuentra a poco más de una hora de Cambridge en tren. Reconozco que antes tenía la mala costumbre de cuando visitaba una ciudad o un lugar nuevo, apenas mirar nada. Y ese viaje, o más bien escapada porque fue un viaje de ida y vuelta, fue algo por el estilo.
Sin duda, una de las cosas que más llama la atención de esta ciudad es su fabulosa catedral. Siempre digo que las catedrales tienen algo especial y la sensación de esta no fue menos.
Tuvimos la mala suerte de encontrarnos el mercado cerrado. Para mí fue una gran decepción, ya que era de lo único que me habían hablado de la ciudad y tenía muchas ganas de captarlo. Pero bueno, descubrir la ciudad sin prisas con cámara en mano tampoco fue mala idea. Y mucho menos si es viajando.
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