Siempre tendré un cariño especial a Madrid, me acogió durante más de un año y creo que es la ciudad en la que más rincones favoritos tengo. El Palacio Real, El Retiro, el Círculo de Bellas Artes, El Capricho son algunos de ellos. Lo que más me gustaba de Madrid es que siempre tenía un plan que ofrecerte, no importaba el día de la semana que fuese.
Madrid era una visita pendiente, hacia demasiado tiempo que no la visitaba y tenía mono de ella. La excusa esta vez fue ver por primera vez el musical de El Rey León, que creo que hay que ver por lo menos una vez en la vida, y ver el otoño madrileño. En la zona donde vivo el otoño es casi inexistente, por lo que siempre extraño sus colores tierra y anaranjados. Creo que es una de mis estaciones favoritas del año para hacer fotos.
Además, aprovechamos para ver el atardecer en el templo de Debod y pasear por Malasaña. Es cierto que en Madrid siempre parece que está demasiado llena de gente, pero aún así vale la pena mezclarse entre en gentío y descubrir que todavía sé moverme por la ciudad a pesar de que hacía años que la pisaba por ocio.
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