domingo, 22 de marzo de 2020

Primera semana de confinamiento #COVID19



Ha tenido que venir una pandemia, la del COVID19, y un confinamiento para volver al blog. Yo quería volver antes, tenía mil ideas en la cabeza pero me faltaba el tiempo y las ganas para sentarse en frente del teclado para dar rienda suelta a mis pensamientos o retocar las fotos pendientes. Confieso que más que tiempo, han sido las ganas; ¿qué fácil es engañarse a veces a uno mismo, verdad? Pero no hemos venido hoy a hablar de ello, sino de las sensaciones y de todos los pensamientos que llevo acumulados desde el inicio del confinamiento.

De hecho, han pasado 70 días justos desde la última publicación. Y, de algún modo, parece que haya pasado una vida. Al menos para mí. Las preocupaciones de esos momentos nada tienen que ver con las de ahora. En esos momentos la cabeza estaba llena de cosas que ahora vemos hasta triviales. Y, es que como demuestra mi amada fotografía, todo depende de la perspectiva y de los ojos de quién mira.

Mientras escribo esto llueve y suena esta maravillosa playlist que creó Rocío Montoya el pasado otoño. Ese conjunto de canciones son pura inspiración que combinan a la perfección con el hecho de que el cielo no deje de llorar. De hecho, lleva dos días lloviendo y una parte de mí quiere pensar que es la manera que tiene la naturaleza de poner de su parte para limpiar las calles de ese virus tan malo y que tantos quebraderos de cabeza está dando.

Los primeros días, antes de que llegase la fase de asimilación, fueron los peores. De hecho, ayer fue el primer día que en que sentí que la concentración se quedaba un rato conmigo porque el resto de días parecía que hubiera cogido uno de esos vuelos que ahora no podemos coger y que se hubiera ido lejos, muy lejos. Esa falta de concentración iba de la mano con un poquito de ansiedad. No quiero ni imaginar cómo tienen que ser estos días de encierro para las personas que tienen problemas psicológicos continuos.

Una parte de mí sigue pensando que todo lo que está ocurriendo en estos momentos es una pesadilla muy larga y que muy pronto acabará. Siento como si estuviera viendo una de esas película, aunque la realidad es que de algún modo todos estamos siendo protagonistas de una realidad que nadie desearía vivir.

¿Qué estoy haciendo con mi tiempo libre? Después de la parálisis he empezado a hacer yoga con vídeos de Internet, he empezado a leer la Teoría de los cuerpos de mi querida Zahara, cocinado un bizcocho y estar lo más cerca posible de las personas que tengo lejos gracias a la tecnología. Me gustaría decir que este caos ha venido acompañado de mi creatividad, pero espero que en algún momento lo haga. También he hecho una lista con las cosas que haré durante este confinamiento y la que quiero hacer en cuanto acabe. Ojalá que nada ni nadie, ni siquiera una pandemia, nos quite la capacidad de crear, soñar y de poner nuestro granito de arena para que un mundo mejor sea posible.

Estos días he leído mucho en las redes sociales de qué felices hemos sido sin saberlo hasta ahora, que quizá esta es la mejor razón para dedicar estos días a la introspección y a pisar un poco el botón de freno. Si todavía no habéis aplicado el hygge en vuestra vida, es un buen momento para empezar. También creo que estos días, si se es productivo genial; pero creo que lo más importante es ser responsables, por nosotros mismos y por los demás.  Y, también creo que es imprescindible que, dentro del hogar porque no debemos salir, cada uno haga aquello que mejor le venga para mantener su estabilidad emocional y psicológico ya sea llorar, hacer un diario, convertirte en la persona más fit del planeta, jugar a videojuegos o simplemente ver películas y series en bucle para aislarse un poco de la realidad.

Siempre intento ser lo más positiva que puedo, o al menos, siempre lo intento. Uno de los momentos más emocionantes, dentro de la gravedad de estos días, es que después de posponer las fallas de Valencia decidieron salvar la cabeza de la obra de ESCIF, la que que se encuentra en la plaza del Ayuntamiento. Esta falla se ha convertido en todo un icono de lo que estamos viviendo en estos momentos y el nombre de la misma no podía ser más adecuado: Todo esto pasará (aço també passarà). Y, de hecho, esa es la imagen que acompaña este post. No es una buena imagen porque quería hacer una buena más adelante, pero me espere y como me parece tan icónica, no me importa que no sea buena a nivel técnico.

Otra de las cosas que quiero pensar es que ojalá, estos días pasen pronto y con el menor número de consecuencias negativas posibles. También quiero creer que estos días nos servirán para, una vez esto sea historia y cosa del pasado, seamos un poquito mejor personas y valoremos esos pequeños detalles de la vida que a veces no nos damos cuenta que son un verdadero regalo como salir simplemente a pasear sin rumbo, abrazar a los tuyos sin miedo, o tomar un café o cerveza en una terraza con el sol en la cara.

Aunque nuestra sanidad no estuviera preparada para situación tan insólita, tenemos que dar gracias por tener una sanidad pública. También por todos los profesionales, no solo los sanitarios, que están dando lo mejor de sí estos días para protegernos y abastecernos. Así como a aquellas personas que, a través de las redes sociales, están creando iniciativas para entretenernos. Así que, gracias, gracias por seguir moviendo la rueda. 

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