domingo, 29 de marzo de 2020

Madrid, otoño 2019


El año pasado volví con la mejor compañía en otoño a visitar la ciudad que una vez fue hogar. Se ha convertido en ya una tradición que espero poder repetir por siempre. Soy una enamorada del Retiro y de sus colores en otoño. Seguro que habrán lugares que también son maravillosos en esa época del año pero para mí el Retiro tiene algo especial, me transmite una paz que pocos lugares me dan. Se convirtió en uno en mis lugares favoritos cuando vivía en la capital y, después de visitarlo varias veces durante las 4 estaciones, descubrí que cuando más me gustaba era en esa época del año. Me enamoré de cómo bailaban el verde, el rojo y los tonos tierra en sus hojas y la luz. De hecho, publiqué un post de una de mis primeras visitas en otoño, hay otro del otoño de 2017 y uno más de 2018. Sí, es una tradición de los últimos años ya que en 2017 me propuse repetir cada año ¡y ojalá seguir cumpliéndolo!



En ese finde, además de visitar el Retiro, paseamos por la Latina y descubrimos la Plaza de los pintores, que es la del Conde de Barajas. Lo más maravilloso de es plaza fue que la descubrimos por casualidad, mientras paseábamos sin rumbo la mañana del domingo. También volví a pasar la Plaza Mayor después de muchos años y, creo que por primera vez, vi el famoso mercadillo que hacen en él cada vez que se empieza la temporada navideña. Y visitamos por primera vez el Museo del Thyssen con la excusa de su exposición temporal: "Los impresionistas y la fotografía". Es una maravilla que, no importa las veces que visite esa ciudad, que siempre me muestra algo nuevo con lo que enamorarme.

En estos momentos, si no hubiera sido por el COVID19 y el confinamiento, estaría volviendo de una escapada a Madrid para visitar a mi amiga A. Hace unas semanas, le dije que no sabía si iba a ir por como se estaba poniendo la situación. Pero cuando se lo comenté, no imaginaba que la situación iba a llegar a lo que es ahora, ¡cosas de la vida!

En estos días de confinamiento, me doy cuenta de que muchos, yo incluida, habíamos olvidado la importancia de los pequeños detalles y como algunos conceptos, como la libertad o la felicidad, pueden variar tanto. Es muy triste que haya tenido que venir un virus y confinarnos, para recordarnos lo que verdaderamente importante, lo que somos, quiénes somos y lo que queremos. Es cierto que aún sigo buscando respuesta a muchas preguntas y que este contexto ha creado nuevas preguntas. Pero quiero pensar que este contexto nos hará más humanos, más conscientes, más sociales.

A mí estos días, aunque muchos mentalmente esté hecha un ovillo,  en general me está dando unas ganas increíbles de VIVIR. Y sí, de hacerlo en mayúsculas. Ganas de querer abrazar las calles, las terrazas y cada puesta de sol. De sonreír a cada amanecer, de llenar la bullet journal de planes y hacerlos todos todos aunque termine agotada cada noche. De salir de la zona de confort, de regalar abrazos porque sí a los que quiero, de dejar que la cámara nunca más vuelva a coger polvo, de convertir en acciones todas las ideas que se arremolinan en mi cabeza. A hacer más y a pensar más, a viajar, a ser más consciente, a seguir aprendiendo, a visitar más las tiendas del barrio y a dedicar más tiempo a aquello que realmente me llena. A seguir viajando a través de las letras y a crear las mías propias. Mientras tanto, me repito la frase que se ha convertido estos días en una especie de mantra: 
"Cada día más, es uno día menos."















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