domingo, 5 de julio de 2020

Nueva realidad


Hace mucho que no pasaba por aquí. Han pasado muchas cosas desde la última vez. Quizá no tantas pero sí han sido de esas que de alguna manera te cambian la vida y la manera de mirarla. La pandemia y las cosas de la vida me han llevado a crear una nueva rutina donde el teletrabajo continúa. El bolso y la mochila se han llenado de nuevos imprescindibles donde la mascarilla y el jabón hidroalcohólico no pueden faltar. Hace meses nunca imaginé tener una conversación sobre características de un buen gel hidroalcohólico, pero la tuve con M. y nos reímos a carcajadas de lo surrealista de la situación.


La vida ha hecho clic con todas sus consecuencias. Estas últimas semanas, o más bien meses, han sido un volcán de emociones. Un volcán que a veces aún continúa. Me ha servido para mirarme por dentro como nunca antes y quizá también por fuera, pero menos. Aún estoy recomponiendo las piezas y adaptándome a esta nueva realidad. La nueva normalidad, de la que se ha hablado y se sigue hablando tanto, no me llena. No me convence. ¿Cómo vamos a dar por hecho que esta situación de nuestras vidas es ahora normal? Esto también podría abrir un largo debate sobre qué es lo normal. Por eso prefiero quedarme con la nueva realidad, porque es algo más tangible y que habla del presente. De algo que ya está aquí y que no sabemos cuánto tiempo durará. Ojalá supiéramos que tiene fecha de caducidad y que fuera pronto.

Este periodo de tiempo si tuviera que resumirlo en pocas palabras sería: miedo, incertidumbre y echar de menos. Porque echo de menos demasiadas cosas como que me de el sol en la cara sin mascarilla. Echo de menos el ver los rostros de las personas, porque si a la mascarilla la sumamos las gafas de sol nos convertimos en maniquíes sin gestos de expresión. Echo de menos muchas cosas pero sobre todo el abrazar sin miedo.

Justo esta mañana he ido a dar un paseo por el barrio del Carmen y alrededores con la cámara después de varios meses sin sacarla. No deja de sorprenderme el hecho de hacer fotos y que casi todo el mundo salga con mascarilla, digo casi porque no todas las personas la llevan. Ojalá este pequeño gesto no se convierta en el inicio de un nuevo gran rebrote, porque pequeños ya los hay. Cruzo los dedos para que no sea así. Además, el paseo lo he hecho con el objetivo de 50 mm. Esta ciudad me sigue enamorando con cada uno de sus paseos. Me encanta recorrerla, descubrir sitios nuevos pero también ver que hay rincones que ya conozco y me hacen sentir que ya es un poco hogar. Y, de ese paseo, he hecho una pequeña selección.


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