domingo, 2 de septiembre de 2018

Barcelona, ¡qué bonita eres!

Me ha costado bastante poner título a esta entrada del blog. Barcelona me inspira tantas emociones bonitas que me resulta difícil describir en pocas palabras lo que me hace sentir. Además, un poco más y casi me quedo sin las imágenes de esta maravillosa ciudad ya que en un momento de descuido mis manos le dieron al botón de formatear la tarjeta de la cámara sin haber comprobado que las había volcado al ordenador. Por suerte, solo se quedó en un susto.

Hacía años que no visitaba esta increíble ciudad, por lo que cuando fuimos este año fue casi como si fuera la primera vez. ¡Qué bonito es ver un lugar con ojo de turista!

Visitamos esta ciudad a finales de mayo, por lo que en las calles se mezclaban las camisetas de manga corta con camisetas de tirantes, como si fueran las rebajas del mes de julio. Recuerdo que hacía mucho calor, lo que hacia que buscásemos la sombra bastante. De hecho una de las cosas que más me gustó de esta ciudad es, además de tener playa y montaña, el poder pasear con cámara en mano sin tener que estar esquivando a la gente. En otras ciudades tan cosmopolitas como ésta, es algo imposible de imaginar.





















Viviendo en un lugar con playa, nunca imaginé que podría sorprenderme tanto un lugar como la playa de la Barceloneta, ¡pero lo hizo! Realmente parecía que en algún momento iba a aparecer un director con su cámara filmado. Ojalá la próxima vez que vaya pueda bañarme en sus aguas.











Además, como la literatura es otra de mis grandes pasiones, he podido recorrer y vivir Barcelona más de una vez a través de las letras de Carlos Ruiz Zafón y de Ildefonso Falcones, pero por muy bien que se escribe o se domine el arte de las palabras, esta ciudad hay que descubrirla y sentirla con la piel. Por ello, una de las visitas obligadas era visitar la Basílica de Santa María del Mar. Tal era mi entusiasmo, que decidimos hacer el tour explicativo, por lo que no solo pude descubrir más sobre el edificio, sino que pudimos disfrutar de unas vistas diferentes de Barcelona desde su terraza.









Fue un viaje bastante exprés por lo que quedaron varios lugares sin visitar, de hecho me quedé con ganas de visitar la Sagrada Familia por dentro una vez más, pero a la próxima sin falta. Aún recuerdo la primera vez que estuve dentro, y no solo por la larga cola de más de 2 horas que hicimos (ahora es imprescindible comprar las entradas por internet y con antelación), sino por cómo la luz entraba por las vidrieras creando bailes de colores que impregnaban la estancia y cada persona que estaba dentro. Era como presenciar magia o incluso mejor.












Sin duda, mis dos lugares favoritos de la ciudad, a parte del mágico interior de la Sagrada Familia, son el puerto y el Palacio Nacional, donde se respira una paz única y se disfrutan de unas vistas mágicas a la ciudad.

En tan poco tiempo apenas puedes disfrutar de su rica gastronomía, pero si decidís visitar la ciudad condal mis recomendaciones son Mussol y König, quizá alguien natural de la ciudad pueda recomendar muchos mejores, pero como amante de la comida me parecieron que por calidad-precio estaban buenísimos. Barcelona, tenemos muchas cuentas y espero que citas pendientes.

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