
En mi mente Cangas de Onís tiene un verde único y especial, no me extrañaría que si los colores de Pantone se registrasen con nombres, el verde que coincide con el de esta zona recibiera el de este bonito lugar.
Cuando fuimos a visitar este bonito pueblo de algo más de 6.000 habitantes, el cielo estaba gris y parecía que gritaba tormenta. Aún así fuimos valientes y decidimos salir con el coche, ya que si en zonas como Asturias o Galicia dejas que la lluvia y el tiempo te paren, sería posible estar todas unas vacaciones sin salir del alojamiento. Ese también puede ser un buen plan, pero mis preferidos son aquellos que significan caminar y descubrir con cámara en mano.
El día además de gris, estaba frío por lo que nos acompañó una fina chaqueta y el paraguas. Aparcamos el coche donde pudimos, y nada más salir de él tuvimos la suerte de encontrarnos con una especie de prado completamente verde con algunas ovejas pastando. Parecía una imagen de postal y, sin duda, una de las cosas que más quería yo ver de Asturias: pura naturaleza. Creo que se convirtió en uno de los momentos más memorables del viaje.
En el lugar en el que más tiempo estuvimos fue en el conocido puente romano, también llamado puentón, con la Cruz de la Victoria colgando. Sorprende que a pesar del nombre, esta construcción data de época medieval. Ay, Asturias. ¡Qué bonita y verde eres!
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