domingo, 19 de abril de 2020

Reflexiones tras un mes de confinamiento


Un mes son de media 30 días, 720 horas, 21.600 minutos. Para algunos puede parecer poco tiempo, para otros media vida, pero es menos del tiempo que llevamos confinados ya en casa. Estos días tengo más la mente delante de artículos de móvil o del ordenador que entre libros. A mi mente le cuesta concentrarse más que de costumbre y el tiempo se mueve de una manera tan peculiar que aún no logro saber si avanza demasiado deprisa o demasiado lento.
Reconozco que quisiera formar parte del grupo de personas que para hacer frente a esta rara situación se vuelve como loca sacando su lado más productivo y está haciendo mil cosas. Pero mi mente y mi cuerpo no me dejan. He llegado a la conclusión de que una parte de mi cerebro se ha quedado como dormida porque tiene miedo de activarse y no poder hacer frente a lo que realmente está ocurriendo. Pero, en contra de lo que hubiera pasado en otros momentos, esto no me crea ansiedad. No me culpo si no llego a mis objetivos porque ahora lo importante es vivir, como nunca y más que nunca. Porque, esta situación que estamos viviendo, a pesar de los momentos grises y negros, es también un periodo de reflexión de la sociedad en la vivimos, de quiénes somos, lo que queremos y de lo que queremos hacer cuando termine este estado de alarma.

Estos días el futuro es un folio completamente en blanco, mucho más que de costumbre. Hace tiempo esos folios al menos tenían líneas o eran como libretas de cuadros, ahora no sabemos nada. No sabemos cuándo saldremos, ni cómo será el mundo una vez podamos hacerlo. No sabemos si abrazaremos con miedo pero sí sabemos que el mundo en el que pongamos el pie no será igual que el que recordamos. Porque como bien dice Mar Abad en un artículo en Yorokobu, Es ingenuo, y hasta peligroso, pensar que ahora estamos congelados y, cuando la pandemia pase, la vida volverá a ser como antes. No lo va a ser. No puede ser. Muchos hablan ya de una situación de posguerra y no, no sé si estoy preparada para ello. Pero estoy abriendo más lo brazos que nunca al cambio, a ser flexible, estoy dejándome abrazar por la incertidumbre.

Durante el confinamiento, mis días se están centrando en mantenerme informada, preguntar a quiénes me importan cómo están, en teletrabajar y, últimamente, en hacer deporte como si la vida me fuera en ello. Aunque me ha costado, me he centrado en vivir el presente más que nunca y agradecer que los míos estén bien, aunque muchos de esos abrazos no tengan todavía hora en mi bullet journal. Estos días estoy volviendo a saber qué es lo verdaderamente importante y, aunque Iván Ferreiro haya cantando tantas veces que el equilibrio es imposible, una parte de mí se niega a creer que sea verdad a pesar de la situación.

Estoy consumiendo cultura, como siempre, pero en una dosis mucho más bajas de lo que esperaba. Ahora mismo estoy viendo The good doctor y Unorthodox. También algunos capítulos sueltos de Friends a la semana, pero esto no es ninguna novedad ya que lo llevo haciendo desde hace años. Ellos son un eterno abrazo. Para mí ver capítulos de esta serie es un poco como la razón, muchas veces inconsciente, de que tantas personas estemos haciendo bizcochos en casa hasta el nivel de que la levadura haya desaparecido en muchos supermercados durante este confinamiento. Y es que el realizar recetas fáciles nos ayuda a luchar contra la incertidumbre ya que conocemos el resultado y es que, si seguimos todos los pasos, ese bizcocho saldrá bien. Lo cuentan aquí muy bien.

También me estoy dando cuenta de la necesidad de paz mental que necesito en estos momentos y que tengo más fuerza de voluntad de la que esperaba. Que un bote de Nocilla tamaño vaso de toda la vida me haya durado más de un mes es todo un logro para mí. Estos días también están sirviendo para saber quién está a pesar de todo y para celebrar los pequeños logros diarios. Así como para darme cuenta de qué es lo que nos hace sonreír y lo que me dibuja una sonrisa a pesar de las malas noticias.

Este blog estas semanas se ha convertido en una especie de "volcado de sensaciones y sentimientos de cuarentena". Lo siento por quién venga a este blog buscando estos días algo más. Si has llegado hasta aquí, solo decirte que aunque últimamente mis artículos de blog suenen a COVID19, todas mis palabras están llenas de esperanza, de un "açò també passarà" y de un ojalá volvamos pronto a celebrar la vida dentro y fuera de casa sin la obligación de llevar guantes o mascarillas. Porque pronto, muy pronto, volverán los ratos en terrazas, las librerías llenas de gente y la libertad de sentarse en un banco con un libro en la mano.  Volverán los abrazos, esos que tanto deseamos.

No hay comentarios

Publicar un comentario