En esta última visita al norte hicimos una excursión tan fugaz a Bilbao y a San Sebastián, que aún no me creo que este verano las haya pisado. No era mi primera vez en ninguna de ellas pero tengo que decir que la experiencia fue completamente diferente. Sobre todo en San Sebastián que la había visitado anteriormente en otoño y esta vez pillamos una ola de calor que pensaba que me iba a derretir en mitad de la calle. El exceso de calor y yo, no somos grandes amigos, ¡una de las cosas que demuestran mi teoría de que tengo alma de norteña!
Lo mejor de visitar estas ciudades, a parte de la compañía y de comer deliciosos pintos, fue el hecho de que al fin pude ver el maravilloso y fabuloso Puppy. A la tercera visita que haga a Bilbao espero poder recorrerme el museo Guggenheim entero. ¡Así que, Bilbao, tenemos una cita pendiente!
Querido norte, me gustas tanto que sé que volveremos a vernos. Y ojalá sea pronto.
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